viernes, 21 de septiembre de 2007

Si os gusta el ajedrez aquí tenéis una historia muy bonita:


Si os gusta el ajedrez aquí tenéis esta historia que por cierto es muy bonita que cuenta como se invento el ajedrez, que creo que ya la sabréis pero bueno, para recordarla:

El ajedrez se invento hace miles y miles de años en la India, aunque allí se llamaba "chaturanga" y era algo diferente al juego actual.

Es una antigua leyenda india que hubo un rey que trataba muy mal a sus soldados y a su pueblo.Cansado de su comportamiento, un sabio de la corte, que había sido maestro del soberano, inventó un juego que amí me gusta mucho al que llamo "chaturanga" o "juego del ejercito" con el fin de enseñarle al monarca a respetar y a tratar bien a sus súbditos.

Constaba de un tablero dividido en 64 casillas y 32 piezas, y podían jugar 2 personas.

En este juego, como el del juego actual, el rey, a pesar de ser la pieza más importante, no puede hacer nada sin la ayuda de los demás.El rey depende del resto de las piezas de su ejército, que son las que lo defienden de los ataques y, a la vez, les atatacan al ejército enemigo. Esto era lo que el sabio quería demostrar al monarca: que sin la ayuda de su ejército y de su pueblo, el rey no era nadie, es decir, no tenía ningún poder.


El sabio llevó el juego ante el monarca indio y le explicó las reglas. El rey se entusiasmó con el "chaturanga" y comprendió lo que su antiguo maestro quería decirle.

Sorprendido por el ingenio del sabio, el rey prometió cambiar su actitud y ser más amable con su pueblo.
Como recompensa, el monarca le dijo al sabio que le concedería lo que pidiese.


El sabio, queriendo dar una nueva lección al soberano, le pidió como recompensa el trigo que pudiera colocar en su tablero del "chaturanga" o ajedrez, pero siguiendo la siguiente regla:

El soberano debía colocar un grano de de trigo en la primera casilla del tablero, dos granos en la segunda casilla, cuatro en la tercera casilla, ocho en la cuarta...y así, hasta llegar a la casilla número 64, última casilla del tablero. Es decir, que cada casilla debía tener el doble de granos de trigo que hubiera en la casilla anterior.

La suma total de los granos de trigo que hubiese en todas las casillas del tablero sería la cantidad de trigo que el sabio se llevaría como recompensa.
El soberano se echó a reír; cría que su maestro pedía una recompensa muy pequeña.

Entonces, el rey mandó que le llevara un saco de trigo. Pensaba que con un saco tendría suficiente trigo para pagar al sabio, ya que el tablero solo tiene 64 casillas...

¡Pero que equibocado estaba el soberano indio! Porque, después de hacer los cálculos, resultó que todo el trigo de la India no era suficiente para compensarlo.
De esta forma, el sabio dio otra inolvidable lección a su soberano. El rey comprendió que su maestro le acababa de demostrar que ofrecer recompensas sin pensarlo dos veces puede ser muy arriesgado.




FIN




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